miércoles, 23 de diciembre de 2009





A MI MAESTRO GERARDO DIEGO


Soneto de

JESUS ANTONIO SAN MARTIN



En el Cántabro Hogar, donde los días
de mi infancia volaron jubilosos,
ya entonaba tus versos tan gloriosos
cual si fueran celestes melodías.

“Ha de ser el poeta –me decías-
trasunto de modelos virtuosos”;
y brotáronme trovos temblorosos,
emulando los versos que escribías.

¿Seré digno, mi amado y fiel maestro,
de calzar tus sandalias? Y tus musas,
¿me alzarán a los cielos con su estro?

Dale cuido a mi flor, mi tierra labra
y ábreme tus pindáricas esclusas
para ser, de tu Cuna, tu Palabra.



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